El maestro y referente en psicoterapia Héctor Fiorini nos ha dejado. Falleció en Buenos Aires el pasado 4 de noviembre.
Merece mucha más reflexión que la que hoy me nace. Porque hoy aún estoy enganchada a la pérdida, y mi ánimo se entristece en el recuerdo. Y desde esa pena, aún me cuesta alegrarme, agradecer y compartir el regalo y la dicha de haberlo conocido.
Recibimos mucho. Queríamos más. Nos enseño la fuerza de la verdadera y sincera actitud de escucha, la disposición empática, la curiosidad sincera, la relevancia de la interdisciplinariedad.
Siempre me resuena esta frase que oí de sus labios, y aunque no fuera suya, me
resuena como tal : “ todo lo humano me interesa, no me es ajeno”.
Con él aprendimos a mirar el caos de otra manera: Un caos que nos duele, que nos desordena, que nos molesta, pero nos provoca y nos empuja a salir, a escuchar, a movernos. Nos provoca al cambio, al movimiento, a la acción.
Con él reflexionamos sobre la angustia que se abre ante las infinitas posibilidades y el temor a las las decisiones, las inevitables renuncias y encarar el miedo a recorre el mundo de posibles.
Vivimos con él las oportunidades de atender a lo raro, de conectar los opuesto, de explorar, porque como tantas veces repitió “ en la clínica estamos convocados a crear con lo que el cliente trae”. Cuando descubrimos algo nuevo, nuestro ser esencial se mueve también.
Creatividad como fuente y potencial, desde el diálogo y el tejido interdisciplinar de múltiples ciencias y artes.
En IMAP tratamos de hacer realidad este mensaje en nuestro trabajo diario en la terapia – integrando el arte, la música y el movimiento, en la manera de articular las enseñanzas-aprendizajes, interdisciplinario, abierto a la curiosidad, en avance y reflexión ante los conflictos; en las experiencias y vivencias de inicio y/o de cierre – oportunidad, provocación , diálogo y reflexión en si mismas. Los estudiantes del Master de Musicoterapia en IMAP trabajan con este prisma, reflexiona bajo este modelo de Psiquismo creador y absorben la esencia de humanidad, generosidad y alegría que Héctor Fiorini regó en nosotros con su presencia.